Capítulo II - Alas de libertad
- Yo - replicó Evan, desilusionado - Es mi despedida de soltero.
Bleue parpadeó un par de ocasiones. De todos los acompañantes de aquella noche, nunca imaginó que fuera Evan quien estaba comprometido, ya que el festejado se había preocupado tanto porque sus amigos la pasaran bien que se había dejado en segundo lugar.
- Bueno, pues ¡Felicitaciones! - ella lo decía desde el fondo de su corazón, con sinceridad y sorpresa. El sonrió lacónicamente, viendo sus pies rodeados por la arena de aquella playa.
- Gracias... Pero si supieras todo el trasfondo no me felicitarías - era gracioso, porque, aquella no era la primera vez que veía a un hombre no muy emocionado al verse comprometido, pero el brillo en los ojos de su compañero le decía que había algo más. Guardaron silencio, apenas interrumpido a lo lejos por el ruido de los otros tres amigos, por un instante.
- Bueno, musitó la chica, al tiempo que lo veía a la cara - si es así, ¿Por que lo haces? ¿Por que no dices que no te quieres casar? - el volteó a verla directamente a los ojos y después de contemplarla con serenidad por un instante, esbozó una dulce sonrisa, como enternecido ante la sugerencia.
- No es tan fácil como se escucha. Estas decisiones no solo me afectan a mi, sino también a mi familia y a otras personas. Supongo... Que no tengo opciones.
- Siempre pones el bienestar de los demás antes del tuyo, ¿Cierto?
- Siempre he sido así, creo que no tengo remedio - contestó Evan, mientras soltaba una leve carcajada a la vez que se encogía de hombros.
- No me malentiendas, Evan. Preocuparse por los demás es algo loable y eso te convierte en una persona noble; el mundo sería un mejor lugar si pudiéramos pensar en los demás antes que en nosotros mismos. Es solo que hay situaciones en las que debes ser tu prioridad. Estamos hablando de tu futuro.
- Sonará estúpido, pero es la primera vez que alguien me dice eso - respondió el joven, visiblemente sonrojado.
- Es la verdad - afirmó Bleue, sonriendo. Ella tenía una hermosa cabellera negra, larga, ondulada y teñida con un un estilo balayage en tonos rojizos, la cual fue mesida por la brisa de la madrugada. En su rostro predominaban unos hermosos ojos color café, adornados por unas espesas pestañas rizadas, unos labios gruesos y mejillas rosadas. La brisa hizo que Evan percibiera el dulce aroma a cerezas, que era el favorito de la joven y quedó embelesado por ella.
- Dime - continuó el, al incorporarse después de unos instantes - ¿Que sueños tienes tu? - ella sonrió y no tardó mucho en contestar.
- Una de las cosas que más anhelo es salir y conocer el mundo, ver que hay más allá de esta ciudad. He oído y leído tantas cosas, visto tantas postales que deseo contemplarlas con mis propios ojos - el rostro se le iluminó por la ilusión y sus sueños.
- Ese es un bonito sueño. El mundo tiene lugares tan hermosos y tan sorprendentes que aún viéndolos tu mismo no te los puedes creer.
- ¿En verdad? - consultó la chica, atónita ante la narración de su acompañante.
- Si. Créeme las postales no hacen justicia - ella se quedó imaginando por un momento aquellas aseveraciones.
- Y tu ¿Que sueños tienes? - el miró el horizonte un momento - nunca me he puesto a pensar en ello, ahora que lo pienso.
- No pienses en algo grande, piensa en algo que te gustaría hacer ahora mismo, o mañana - el la vio entusiasmada y recordó que había un lugar en esa ciudad que quería visitar.
- Ahora que lo mencionas. Quisiera ir al Parque Escultórico.
- ¡El parque escultórico! ¡Ese lugar te va encantar! Dime, ¿Cuanto tiempo estarás en la ciudad?
- Nuestro vuelo sale mañana, a las 7 de la noche.
- ¡Perfecto! ¡Fácilmente podemos visitar el parque en hora y media, cuanto mucho! - el ladeó la cabeza, como pensándolo - ¡Vamos, Evan! ¡Anímate! Recuerda que es lo que quiere tu corazón en este momento. El lo pensó un instante. Recordó que había visto las hermosas esculturas en una revista hace no mucho tiempo, y le había llamado la atención una de ellas.
- Está bien, ¡Me has convencido! - Bleue casi saltó de la emoción y procedió a darle los pormenores de como y donde se habrían de encontrar.
- Te esperaré en la entrada del parque a la 1:30 p.m.
- Me parece bien, pero si gustas, podemos guardar nuestros números - el joven sacó de su bolsillo su smartphone, pero la pequeña mano de Bleue cubrió parte de la pantalla del teléfono.
- No. No lo haremos así, porque si te arrepientes estarás a una llamada de no conocer ese lugar. En cambio, si quedamos en un trato de palabra, te lo pensarás dos veces antes de dejarme plantada - aquel planteamiento sencillo, pero ingenioso, hizo reír a Evan.
- Eres muy lista, ya veo. Y no es de caballeros incumplir a su palabra. Te veo ahí a esa hora - Bleue le sonrió con ternura.
El resto de amigos se incorporaron para acercarse a la fogata y secar un poco sus ropas, finalmente agotados de aquella noche.
***
Bleue se encontraba sentada en una banca de la entrada principal del parque escultórico cerca de la hora acordada. Llevaba sus acostumbradas zapatillas all star rojas, un jeans, una camiseta blanca sencilla y unos lentes de sol. Había recogido su cabellera en una trenza lateral con la que jugueteaba mientras esperaba a sus invitados, con franco temor de que la fueran a dejar plantada.
Esos temores se disiparon al ver llegar el Audi negro, de donde bajaron el líder, Thomas y Evan, todos de jeans, camisetas y lentes oscuros. De los tres, quien se veía un poco agitado era Thomas, y no era para menos, pues la noche anterior se había pasado un poco en cuanto a la bebida. Bleue se puso de pie de un saltó y los saludo a distancia agitando su mano en un amistoso "hola".
- Creo que eres la primera persona que veo que luce tan radiante como el sol despúes de haberse trasnochado - Bleue sonrió y se sonrojó un poco ante el comentario de Evan, el cual tomó como saludo.
- ¡Oh! Esos son gajes del oficio - exclamó ella - Bueno, ustedes también lucen muy bien, y miren que celebraron más que yo - todos rieron.
- Bueno, hubieron algunos que no amanecieron tan radiantes- añadió el líder a la vez que le daba un toque en las costillas con el codo a Thomas.
- Si, si. Necesité un par de pastillas efervescentes para poder recomponer el estómago - Thomas dio a conocer su situación antes de beber agua de una botella plástica - Por cierto, Bleue, quiero disculparme por mi comportamiento el día de ayer. No me expresé de manera adecuada y te ofrezco mis más sinceras disculpas.
- Muchas gracias, Thomas. Las acepto - replicó la interpelada.
- Y también yo debo una disculpa, me temo - exclamó el líder, a la vez que se quitaba los lentes oscuros - no me presenté formalmente ante nuestra anfitriona. Soy David Brown.
- Mucho gusto, David.
- Seremos solo nosotros tres, ya que Karim no pudo reponerse a tiempo - explicó Evan a la vez que ponía un brazo sobre los hombros de Thomas - no todos pueden manejar la bebida tan bien como algunos. Thomas solo sonrió.
- ¡De acuerdo! si gustan, podemos ingresar ya, pues tenemos medido el tiempo - todos asintieron a la vez que siguieron a Bleue a la entrada.
El Parque escultórico era un lugar de campo maravilloso. Las obras que ahí se exhibían habían sido esculpidas por artistas locales. Existían réplicas muy bien trabajadas de esculturas famosas y muchas piezas originales, relacionadas a temas históricos, cuentos e ideas surrealistas. Los jóvenes comentaban acerca de las obras y se preguntaban como aquel lugar no tenía más difusión en el mundo. Evan se sentó en una banca a admirar una escultura en particular.
- Ya sabes lo que dicen ¿Cierto? L'essenciel est invisible pour les yeux* - le comentó Bleue al tiempo que se sentaba a su lado a admirar la escultura del Principito hablando con su rosa roja.
- Antoine de Saint-Exupéry - exclamó el - este libro me recuerda a mi infancia. Mamá solía leérmelo cuando estaba muy pequeño. Ahora suelo leerlo cada cierto tiempo, y recuerdo como imaginaba a los distintos personajes - Aquella anécdota enterneció a Bleue, quién sonrió con dulzura a su acompañante.
- Los padres suelen regalar estos hermosos obsequios, ¿No es así? Cuando llegue mi momento quiero grabar una linda memoria como esa en mis hijos - el asintió y añadió.
- Justo como debe ser.
***
Justo antes de terminar el recorrido, Evan quedó cautivado por la escultura de una joven mujer de cabello largo que veía conmovida sus muñecas, las cuales estaban sujetadas por unos grilletes cuyas cadenas habían sido rotas. Detrás de ella se extendían dos hermosas alas.
- Alas de libertad - comentó Bleue al ver el asombro de Evan - esta escultura es un homenaje a la libertad que una persona merece en todo sentido - puntualizó.
- Libertad... - musitó el - la verdad es que en estos pocos días me he sentido más libre que en toda mi vida. Tu ni siquiera sabes quién soy o de donde vengo y sin embargo me he sentido bien siendo yo mismo. Es la primera vez que vivo algo así con alguien, además de mis amigos.
- Eso significa que este ha sido un buen regalo, después de todo.
- Indudablemente - afirmó Evan - Las alas de la libertad.
- Espero que un día puedas extender tus alas y que sigas a tu corazón - Evan sintió que su corazón latía muy fuerte. Sintió que aquellas palabras le causaron una felicidad que desbordó su corazón y se exteriorizó en una enorme sonrisa.
Llegó el fin del recorrido, la hora de despedirse había llegado ya y los 3 amigos agradecieron a Bleue por las cortesías que había brindado a aquellos comensales desde el día anterior.
- Muchas gracias por todo, Bleue. Esta ha sido una estadía maravillosa en tu ciudad - exclamó David.
- El gusto ha sido todo mío, David. Cuando vuelvan, ya saben donde encontrarme y puedo darles un tour por otros lugares interesantes de la región - los tres sonrieron lacónicamente. Bleue entendió que ese momento sería el último que compartiría con aquellos alegres amigos.
- Gracias por tus obsequios, ha sido el mejor festejo al que he asistido. Nunca olvidaré estos días.
- Me alegro que haya sido así, Evan - ella sonrió una vez más.
- ¿Gustas que te acerquemos a tu casa, Bleue? - le preguntó Thomas.
- Tranquilos, no es necesario. Es viernes y aprovecharé a hacer las compras de la semana.
- ¿Es tu día libre? - consultó Evan.
- Era ayer, pero fui a cubrir a una compañera que... estuvo indispuesta - respondió.
- ¡Que agradable coincidencia! - exclamó Evan. Todos asintieron.
Ella los acompañó hasta el vehículo y se despidió de ellos. Evan se volvió hacia ella, tomó su mano y procedió a besar el dorso de la misma. Bleue se sonrojó ante aquel gesto de caballerosidad.
- Hasta siempre, Bleue.
- H- hasta siempre, Evan.
Evan subió al auto y este arrancó dejándola atrás. El la veía por última vez a través del espejo del auto.
***
Evan se encontraba muy pensativo durante el vuelo de regreso a casa. Thomas, quién estaba sentado frente a el, se levantó para ir al baño. Al cerrar la puerta, sacó su teléfono y se dispuso a hacer una llamada. La persona al otro lado de la línea le respondió y Thomas le dijo:
- La he encontrado.
Gracias por leer esta historia. Nos vemos en el próximo capítulo titulado "Princesa de la vida real".
*Lo esencial es invisible a los ojos.
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