Capítulo I - El minuto que cambió mi destino
Era un día caluroso de verano. El cielo se encontraba completamente despejado y de no ser por un pequeño aire acondicionado fuera imposible mantenerse dentro de casa en un día como este, mucho menos estar durmiendo entre almohadas y unas cómodas sábanas color turquesa.
Eran las 10:15 de la mañana, según marcaba el pequeño reloj
digital de la mesa de noche, cuando la melodía de Somebody to love inundó la
habitación en la que dormía plácidamente una chica de unos veintitantos años,
que se despertó de forma súbita buscando de manera instintiva el pequeño
smartphone, el cual contestó sin siquiera mirar el nombre del contacto.
-Ho… ¿¡Hola!?
- ¡Hola, Bleue! ¡Buenos días! – le saludó una voz muy anímica
que tenía de fondo las olas del mar.
- Oh… Hola, Rocío… ¿Cómo estás? – la voz de Bleue estaba
apagada aún, a pesar del sobresalto por el sonido del teléfono.
- Estoy bien, ¡Gracias!, sobre eso quería hablarte… – la
alegre voz se apresuró a soltar una gran cantidad de palabras, de las cuales Bleue
únicamente atinó a las que formaban la frase “hoy es tu día libre y necesito
que me cubras en el trabajo”.
Bleue puso cara de malos amigos a la vez que se frotaba los
ojos. Sabía que tratar de alegar era una pérdida de tiempo, por lo que de mala
gana se apresuró a aceptar con un seco “está bien”. La llamada duró un minuto exacto.
La voz en el teléfono estalló de felicidad y se deshacía en
agradecimientos hacia la buena compañera que le cubriría las espaldas mientras
Rocío se iba de rumba en la playa. Bleue se levantó y caminó hacia la ventana,
admirando a aquel precioso día de verano a la vez que soltaba un suspiro.
***
A las 5 de la tarde Bleue llegó a su lugar de trabajo. Se
sorprendió de ver ahí al Gerente General y el lugar vacío, a una hora en la
que, por lo regular, estaría empezando a tener afluencia de clientes.
El Gerente, un tipo
que llevaba un traje muy elegante, reunió al equipo de trabajo del turno de
noche mientras que los empleados del turno anterior dejaban el restaurante de
forma reluciente.
-El día de ahora tenemos una reservación total del
restaurante para una despedida de soltero – Bleue se congeló en su interior,
puesto que recordó lo desastrosa que había sido la última celebración de ese
tipo que se había realizado en el lugar. - Por lo que necesito que brinden el
mejor de los servicios el día de hoy. Bleue – la interpelada miró a los ojos al
Gerente – tú te encargarás de atender la mesa de los invitados. Ella
simplemente asintió, mientras que en su interior se mordía la lengua para no
decir una mala palabra.
Estaba entre nerviosa y molesta, puesto que sabía que en
ocasiones las despedidas de soltero solían ser muy incómodas y escandalosas. Se
terminó de colocar el uniforme y se maquilló más elegante que de costumbre.
Supo que lo había hecho bien cuando el Gerente asintió al verla.
La celebración estaba estipulada para las 7:00 de la noche en
punto. Cercana la hora, un fastuoso vehículo se estacionó a la entrada del
Restaurante y se empezaron a escuchar las risas de los jóvenes invitados a la
celebración. El Gerente se apresuró a ubicarlos en la mesa más elegante del
Restaurante, les dio la bienvenida y les indicó quién estaría encargada de
atenderles.
-Muy buenas noches – los jóvenes voltearon a ver a la persona
que se encargaría de cumplir todas sus exigencias, y respondieron con un
unísono “Buenas noches” – Mi nombre es Bleue, y tendré el gusto de atenderlos
en esta velada.
-Mucho gusto, señorita Bleue – respondió el más joven del
grupo de tres al tiempo que el resto asentía. -Espero que no le causemos muchos
problemas esta noche – Bleue sonrió mientras sacaba de su delantal la Tablet de
órdenes.
- ¿Qué nos sugiere para empezar, señorita? – preguntó con
interés el muchacho de cabello castaño.
-Puedo sugerirles el plato de appetizers de la casa, el cual es
una combinación de bocadillos res, mariscos y pollo con vegetales y las salsas
especiales.
- ¡Suena delicioso! Tráenos ese plato, por favor.
-De acuerdo. ¿Con que bebida desean acompaña los aperitivos?
– cada uno de ellos les pidió diferentes bebidas como wishky, brandi, vodka. Bleue
asintió y envió el pedido a cocina, mientras pidió permiso para retirarse e ir
a la barra por las bebidas.
-Para ser una despedida de soltero está bastante tranquilo-
le comentó Joe, el bar tender mientras surtía las bebidas del grupo.
-La verdad que pensé que sería una noche un poco más agitada-
respondió Bleue al tiempo que acomodaba las bebidas en su bandeja, haciendo
hincapié en que ellos serían los únicos clientes de esa noche – esperemos a que
vengan las bailarinas o las chicas, ahí empezará el espectáculo –
añadió mientras ponía sus ojos en blanco.
Bleue llevó las bebidas y las entregó a cada uno de sus
clientes. Todos le agradecieron de manera muy cordial. Cuando iba por los
aperitivos se percató de que había alguien en la puerta. A pesar de que en la
entrada del restaurante estaba el letrero de cerrado, ella decidió ir y explicarle
situación al cliente.
-Si, mis amigos reservaron el restaurante, creo que se me
hizo un poco tarde- le respondió el invitado, esbozando una sonrisa que
la cautivó.
- E- Entonces, hágame el favor de seguirme, si es tan amable.
- Bleue lo dirigió hacia la mesa donde estaban sus amigos, quienes se alegraron
mucho al verlo llegar.
-Vaya, parece que a alguien necesita un reloj nuevo – dijo el
mayor de ellos y todos se carcajearon ante la inocente broma - ¡Ahora podemos
dar el festejo por iniciado! – todos levantaron sus bebidas y se percataron de
que el nuevo compañero no tenía una. – ¡Vamos! Pide tu bebida para que
brindemos – el joven pidió un Martini y Bleue se apresuró a ir por la bebida y
los aperitivos. Los muchachos se animaron más, al punto que pidieron cambiar la
música del lugar por Queen y Pink Floyd.
La noche pasó entre comidas y bebidas, jóvenes cantando en el
Karaoke y riendo alegremente como si de niños se tratara. Cuando todos habían cantado,
le pidieron a su mesera que los acompañara con una canción. Ella se sonrojó en
un inicio, pero cuando vio al gerente asentir a la distancia, no dudó en subir
al escenario y cantar Don’t stop me now, alternando las voces de la
canción con los alegres comensales quienes le aplaudieron y levantaron sus
vasos cuando terminó su interpretación.
-Esa presentación tiene que venir cobrada en la cuenta, pues
sería injusto haber escuchado a semejante cantante de forma gratuita – exclamó
el mayor de ellos, un hombre alto y fornido con barba de candado y cabello
castaño oscuro, antes de bajar su brazo y tomar un sorbo de vodka.
-No, no es necesario – contestó ella un tanto ruborizada -
Pueden tomarlo como un obsequio de la casa para esta celebración.
-De ser así, créeme que ha sido un regalo inigualable –
replicó el joven de cautivadora sonrisa, ojos rasgados y cabello negro – Se lo
agradezco mucho, señorita Bleue.
- Es un gusto para mi poder ser parte de esta fecha especial –
respondió – solo tengo la duda de si toda esta algarabía no les ha despertado
el apetito.
-Ahora que lo mencionan – se incorporó el menor de ellos – creo
que podría comerme una vaca en este momento.
- Me gustaría pedir un Porterhouse o un Top sirloin,
¿Cuál de ellos me recomiendas? – preguntó el más reservado de ellos, con un
tono elegante, antes de ser interrumpido abruptamente por el “líder”.
- Bromeas, ¿Verdad, Karim? ¿No te aburres de comer siempre con
tanta sofisticación? – dirigiéndose a la camarera - ¿Tienes hamburguesas? – la pregunta
dejó con un gesto de sorpresa a Bleue, ya que en el restaurante eran escasas
las personas que pedían hamburguesas.
-Si, claro que sí. Y no es por presumir, pero son el platillo
más infravalorado de nuestro menú.
-Ya escuchaste a la dama, Karim. Señorita Bleue, tráiganos 4
de esas hamburguesas, y si es tan amable, otro vaso de vodka para mí.
Los muchachos cenaron mientras veían en YouTube los mejores
momentos del campeonato Europeo. Esa había sido, por mucho, la despedida de
soltero más peculiar que se había atendido en el restaurante.
Cerca de la media noche, el líder pidió que llevaran a
la mesa una botella de champagne y cinco copas. Bleue llevó la cubeta de hielo
y las copas donde estuvieron los platos con la cena de la despedida de soltero.
El se aclaró la voz y esperó que la mesera abriera la botella, la cual no
derramó mucho de la espumosa bebida.
-Esta es nuestra última noche juntos como solteros. Los
viajes y paseos se han acabado, hemos podido conocer mucho del mundo como los
buenos amigos que somos – Bleue terminó de servir las copas, el comensal que
hacía uso de la palabra tomó una copa y continuó – brindemos, estimados
camaradas, por esta última noche. Por nuestra amistad – cada uno agarró una
copa, y el le ofreció la copa sobrante a Bleue, quién lo miró sin comprender.
- Sería una descortesía de nuestra parte no incluir a la persona
que nos ha atendido de lo mejor en esta velada. Adelante, Bleue, brinde con
nosotros – ella aceptó y tomó la copa. La alzó y brindó con ellos por esa noche
tan especial.
A las 12:30 de la
madrugada los muchachos pidieron a Bleue que les recomendasen un lugar para
terminar la noche.
-Eso dependerá de que deseen hacer. Hay muy buenos clubs
cerca de aquí – los jóvenes ladearon la cabeza al escuchar la palabra Clubs.
– ¿Conoces un lugar un poco más tranquilo? – le consultó sonriente
el joven de ojos rasgados.
- Pues, hay un lugar en la playa al que pueden ir – les
respondió después de pensarlo un poco.
-Eso suena mejor – replicó el joven. - ¿Podrías indicarnos cómo llegar? – ella
trató de ubicarlos, pero ellos no conocían la ciudad tan bien como ella. Luego
de pensarlo un momento, ella les planteó una propuesta.
- Mi turno termina en media hora. Si gustan, puedo guiarlos
hacía el lugar- todos asintieron. Solicitaron al Gerente la cuenta del servicio
recibido. Al ver el monto, todos convinieron que no había sido tan caro como
esperaban. Al Gerente por poco se le salen los ojos cuando vio la propina que
habían dejado para las personas que los habían atendido, especialmente, para la
mesera.
- La esperaremos en el auto, señorita Bleue – la interpelada asintió
y procedió a cerrar el turno. Se cambió la ropa, se soltó el cabello y se
despidió de sus compañeros de trabajo.
Al llegar al parqueo, ella se dirigió al Audi A3 negro donde
la esperaban sus acompañantes. Al verla vestida de jeans, zapatillas all
star, camisa de tirantes y jacket de lona, los muchachos se quedaron
anonadados.
-Wow – expresó el líder del grupo, con sus ojos abiertos de
par en par.
- La mesera está muy guapa – exclamó Karim.
- La verdad es que está bastante bue… - el más joven de ellos
no terminó de decir la expresión, cuando el último de ellos lo interrumpió con
el ceño fruncido.
- Escuchen, la señorita Bleue es nuestro host esta noche y
creo que no se siente alagada con esos comentarios, sobre todo, con el tuyo,
Thomas – la chica asintió, agradecida por la actitud de su ahora invitado.
- Mil disculpas – exclamó muy avergonzado Thomas – no fue
correcto de mi parte hablar así, pero la verdad es que es usted muy guapa.
-Si, la verdad, ese uniforme de mesera no le hace justicia – añadió el líder.
Thomas se apresuró a abrir la puerta del auto del lado del
acompañante para que la host se subiera al vehículo. Ella le agradeció,
pero al ver que serían 5 en el auto, les propuso que ella iría en su Kia
Picanto color celeste.
Todos asintieron. Ella se subió a su auto y se dirigió al parqueo
de la playa. Una vez ahí, se estacionó y los muchachos parquearon el auto al
lado del pequeño vehículo azul.
-Vamos a caminar unos 10 minutos para llegar a una parte de
la playa que es poco concurrida. Por el clima, les sugiero que dejen en el auto
los blazers – todos le obedecieron y procedieron a quitarse esa pieza de ropa y
los dejaron en los asientos del auto. Los 4 jóvenes comenzaron a caminar por la
orilla de la playa, a lanzar las rocas que encontraban al agua. Ella los seguía
mientras pensaba que se había vuelto parte de una despedida de soltero bastante
inusual. El último en llegar al restaurante se le acercó al tiempo que veía a
sus amigos.
- Créeme que estoy apenado contigo.
- ¿Por qué? – le respondió Bleue bastante asombrada.
- Pensaba invitarte a tomar un trago como agradecimiento al
gran momento que has hecho que mis amigos y yo pasemos, pero no hay ningún establecimiento
cerca de esta playa a la que vamos.
- Tranquilo, no es necesario. A parte de ser mi deber, es un
gusto ser parte de esta celebración.
- Si, mis amigos la han pasado muy bien – ella vio por un
instante la sonrisa que el esbozó junto con esa frase antes de preguntarle.
- ¿Pero ¿cómo la pasaste tu?
- ¡Oh! Yo la pasé mucho mejor de lo que pensaba, pero mi
prioridad era que mis amigos disfrutaran este momento – listo, su sonrisa la
paralizaba. Solo logró asentir ante esa frase.
Unos minutos después, los muchachos adivinaron cual era el lugar al que se dirigían: una hermosa playa que estaba en una pequeña bahía. Bleue se sentó cerca de lo que había sido una hoguera y la encendió. El resto de sus acompañantes se quitaron los zapatos y las camisas y corrieron al mar. Solo su acompañante en la caminata se quedó y se sentó en la arena junto a ella.
- Es un lugar hermoso e increíble, Bleue.
- Me alegro de que le gustara… - ella cayó en cuenta de que no conocía el nombre de su invitado.
- Mil disculpas, querida Bleue – exclamó evidentemente apenado -No me he presentado como se debe. Mi nombre es Evan – ella sonrió.
- Mucho gusto, Evan. Y en verdad, me alegro de que te haya gustado esta velada – el se quedó contemplándola un momento, ella se sonrojó y dirigió su mirada al mar.
- ¿Quién de ellos se casa? – le preguntó después de un corto silencio. Su acompañante suspiró.
Nuestra historia continúa en el próximo capítulo titulado "Alas de libertad"
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