Capítulo IV - Bienvenida a Wolfterra
Tal como lo habían acordado, la chica llegó el día siguiente al salón de belleza con un par de maletas. El mensajero de Thomas estaba esperándola ahí y al verla llegar corrió a tomar el equipaje. Aquel salón era bastante exclusivo y era un gusto de una vez en la vida atenderse ahí.
Ella pensó que solo se trataba de un cambio en el color de su cabellera, pero la esteticista le comentó que el paquete que le habían contratado constaba de un masaje, facial, manicura, pedicura y el cambio de color del cabello.
Pasó casi toda la mañana en el lugar. Hacía mucho tiempo que no se relajaba de esa forma. El masaje casi la hace quedarse dormida, la sensación de suavidad en sus manos y pies la hizo caer en cuenta cuanto se había descuidado de ellas y la manicurista le hizo saber la gama de colores que Thomas había solicitado. Escogió un color rosa pastel muy suave para sus manos y pies.
Ya con el rostro fresco, procedieron a sacarle el color rojo del cabello y teñirlo de un color castaño oscuro que iba muy bien con su tono de piel. Este era el cambio menos deseado por ella, pero se sorprendió con el resultado, concluyó que le quedaba muy bien. La maquillaron sobriamente y le entregaron un sencillo vestido de mangas largas que le quedó cual anillo al dedo.
Una vez terminado el servicio en el salón de belleza, el mensajero entró por ella, solicitándole que la siguiera al vehículo, ni más ni menos que el Audi A3 negro que habían usado los amigos durante su estadía en la ciudad. Dentro la esperaba Thomas, quién quedó sorprendido al ver a Bleue.
- El cabello rojo te quedaba muy bien, pero luces increíble con tu nuevo look - le halagó, una vez hubo entrado al auto.
- Muchas gracias, Thomas. Me siento como una persona completamente diferente - replicó ella.
- No, por favor - refutó el - no quiero que cambies tu forma de ser. Estos detalles son solo para cumplir el protocolo, pero Bleue Himaut debe permanecer intacta - ella sonrió - Ahora dime ¿Trajiste tu pasaporte?
- Si, está en mi maleta más pequeña.
- De acuerdo, en este momento vamos al aeropuerto a tomar un vuelo privado hacia Wolfterra. Saldremos a las 2 de la tarde de acá y estaríamos llegando a casa a eso de las 4 a.m, hora de Alsatía. Dormiremos un par de horas y desayunaremos a las 8 de la mañana con la Duquesa.
- Llegaremos cuando aún esté oscuro - musitó - quería ver Wolfterra cuando llegáramos - el sonrió ante el deseo de la chica.
- No te preocupes - le aseguró - tendrás tiempo de ver los hermosos paisajes de Wolfterra, pero por ahora enfoquémonos en la etiqueta que debes tener. Mi madre es el primer filtro que debes pasar antes de presentarte en el palacio real - ella asintió y empezaron a repasar los puntos del protocolo y la etiqueta real.
En el aeropuerto abordaron una aeronave privada muy lujosa. Bleue quedó fascinada al estar dentro de uno de los aviones que tanto había visto en las revistas. Escogió, sin saberlo, el mismo asiento en el que Evan viajó en su regreso a casa después de conocerla. Thomas solo sonrió y se sentó frente a ella para explicarle el itinerario, y que al llegar a migración en Alsatía debería presentar su pasaporte y la carta de invitación de la casa Wolfgang.
Bleue se quedó dormida faltando 2 horas para llegar a su destino, imaginando que le deparará en aquel país.
***
La casa de la familia Wolfgang estaba en la campiña de Wolfterra. Podían verse fácilmente las luces blancas de la casa, la cual estaba rodeada por hermosos jardines. Los sirvientes se apresuraron a recibir al Lord Wolfgang y a su invitada una vez se bajaron del vehículo. Tomaron las maletas de la chica y la condujeron hacia su habitación. La doméstica se despidió con una reverencia. Bleue se puso su pantalón de pijama cuadriculada, una camiseta y se hizo un moño con la coleta que llevaba en una de sus muñecas antes de caer rendida en la suave cama. Interrumpir el sueño del vuelo para pasar por migración solo había aumentado su sensación de cansancio.
Un suave "Toc-toc" en su puerta la despertó unas horas más tarde. La chica se levantó, olvidando el lugar en el que se encontraba, para abrir la puerta. La doméstica quedó impresionada al ver a Bleue recién despierta con sus ropas de dormir, pues no era costumbre de los miembros de aquella casa mostrarse así a la servidumbre.
- ¡Buen día, señorita! - la doméstica compuso su semblante para saludar a Bleue, quién se sorprendió al ver a la joven.
-¡B-buenos días! - respondió, al tiempo que se trataba de arreglar la camiseta y la cabellera. La joven sonrió amablemente a la vez que le entregaba un sencillo vestido color celeste de mangas cortas.
- Es para que lo use en el desayuno con la señora de esta casa - agregó la empleada al ver el rostro dubitativo de la invitada, quien se alertó al recordar su compromiso de esa mañana y lo bien que debía lucir para causar una excelente primera impresión.
- ¡Te lo agradezco mucho...!
- Cossette, mi nombre es Cossete y estoy a sus órdenes - añadió la joven, con una leve reverencia - El joven Wolfgang vendrá por usted en apróximadamente una hora - le indicó, al tiempo que se retiró inclinando su cabeza.
Bleue cerró la puerta y percató que la habitación en la que se encontraba parecía de un cuento de hadas: era color crema. Las sábanas y las almohadas hacían juego con las cortinas internas de color rosa pastel. La recámara fácilmente era más grande que el departamento en el que vivió los últimos años. En el centro tenía una mesa con un arreglo de flores hermoso que perfumaba toda la habitación. Había también una silla con una pequeña mesa al lado de las ventanas. Se acercó a ellas y asomó su rostro entre las cortinas y pudo ver aquellos hermosos jardines llenos de flores y el verdor de la campiña de Wolfterra. A lo lejos, veía como los sirvientes paseaban los caballos y no pudo evitar sonreír. Luego recordó que tenía una cita importante y se dirigió al baño dentro de su habitación. Quedó maravillada al ver la amplitud de aquel lugar. Vio en el tocador un set de cosméticos empacados aún, al lado de muchos peines, la secadora y la plancha para el cabello. Procedió a ducharse y a arreglarse.
Cuando estuvo segura de que estaba lista, tomó tiempo para tender las sábanas, y se percató de la preciosa pijama de seda que estaba tendida en la cama y comprendió, en parte, el porque de la sorpresa de la doméstica. La dobló al tiempo que escuchó que tocaban la puerta.
- ¡Buen día, princesa de Wolfterra! - Thomas estaba muy animado, como si no hubiere cruzado el Atlántico el día anterior - ¡Mira nada más que bien te ves! - el le tomó la mano y la hizo girar de forma graciosa.
- ¡Buenos días, Lord Wolfgang! - le saludó ella, muy alegre - tu también luces muy bien.
- Debo estarlo para presentarte ante la Duquesa y mostrarte la casa de mi familia - respondió galantemente, a la vez que le ofreció su brazo para caminar hacia el comedor. Aquella casa era enorme, con muchos accesos de luz natural y piezas de arte colgadas en las paredes de los pasillos. El comedor era un salón muy amplio, de madera, con un camino de mesa azul, un candelabro de cristales y en la pared que estaba justo detrás de la silla que encabezaba la mesa estaba el escudo de la familia Wolfgang con la frase "Fortaleza en la soledad, solidaridad en el grupo", al igual que en el encabezado de la carta que recibió de Thomas dos días atrás. El le indicó que debían permanecer de pie hasta que la Duquesa llegara. Unos instantes después se escucharon unos pasos acompañados de un sonido metálico repetitivo. La puerta se abrió y la Duquesa entró en el comedor.
Ella era una mujer alta, de semblante serio, ojos azules y cabello castaño claro, más claro que el de su hijo. Caminaba haciendo uso de un bastón que no le restaba nada de elegancia. Al lado derecho de su cuello se le veía la cicatriz de una quemadura, Bleue trató de no mirar por mucho tiempo esos detalles e hizo la reverencia corta, digna de una persona con el título de su patrocinadora.
- ¡Buen día, madre! - el joven se acercó a ella y besó su mejilla. La mujer abrazó a su hijo por un momento antes de responder el saludo.
- ¡Buen día, Thomas! - el le ayudó a acomodarse en la silla de la cabecera, y dirigió su atención a la chica.
- Así que, esta es la candidata - afirmó la Duquesa. La interpelada sintió que la mujer la estaba viendo.
- Bleue Himaut, a la orden de su alteza - respondió. La mujer colocó la empuñadura de su bastón debajo del mentón de la chica y le levantó el rostro, el cual permaneció con una expresión estoica. La Duquesa vio el maquillaje y el vestuario de la chica, lo aprobó, retiró el bastón de su rostro he hizo un ademán, el cual invitaba a Bleue a sentarse a la mesa. Esta obedeció, según los lineamientos protocolares explicados previamente.
- ¿Que tal estuvo el viaje? ¿No te agotó mucho, Thomas?
- Para nada, mamá. Pudimos descansar mucho, únicamente nos incomodó un poco la interrupción del sueño al pasar por las aduanas.
- Eso me parece muy bien - se dirigió a Bleue - Y a ti ¿Que te ha parecido Wolfterra?
- Verá, mi señora - respondió - no he podido conocer más allá de lo que la vista de la habitación me muestra, pero puedo decir que Wolfterra es un lindo lugar - la Duquesa sonrió - es hermoso ver tanto verdor, y el clima es sencillamente agradable.
- Estos son los últimos días de este agradable clima, pues viene el invierno - le explicó la mujer antes de tomar un sorbo de té - estas tierras suelen ser hostiles cuando viene la nieve. Bleue asintió y dejaron de charlar cuando las domésticas empezaron a servir el desayuno. La mujer vio con detenimiento los modales y la etiqueta en la mesa de la chica, los cuales eran impecables ya que conocía el uso de la cubertería a la perfección. La Duquesa se limpió la boca con unos toques de su servilleta antes de preguntar - ¿Puedes bailar un vals, o cualquier baile de salón?
- Estudié Ballet durante 10 años, mi señora - la mujer sonrió.
- Nos sirve, solo deberás pulirte poco para estar a la altura de los bailes del palacio real - le indicó la señora de aquella casa - ¿ Sabes cabalgar? - Bleue negó con la cabeza.
Cuando terminaron de desayunar, la mujer le pidió a Thomas que llevara a Bleue a conocer las caballerizas. Ella se retiró y Bleue volvió a hacer una reverencia. El joven caminó hacia ella y le ofreció el brazo para acompañarla a su habitación a cambiarse de ropa.
- ¿Crees que le caí bien? - preguntó la chica, mordiendo su labio inferior.
- Te ha ido mejor que a las novias que le he presentado - Bleue negó con la cabeza a la vez que reía. Thomas rió con ella y llegaron a la habitación, donde Cossette se encontraba arreglando la ropa que el joven Wolfgang había comprado para Bleue. Esta se quedó sin palabras - Ya oíste a mi madre, habrá que atender muchas cosas e ir al Palacio Real por lo que no es mala idea dress to impress.
Bleue miró alguna de la ropa que Thomas había elegido para ella, quedó encantada. Fue como si ella misma hubiera ido de compras. Vio las botas de cabalgar y se impresionó al ver que eran de cuero genuino, un par de zapatos muy costoso.
- Ya oiste a mi madre, Bleue - le recordó Thomas - volveré en un momento para ir a las caballerizas. Ella asintió. El cerró la puerta, la doméstica le alcanzó la ropa que hacía juego con las botas para cabalgar y terminó de acomodar la ropa restante en el armario. Procedió a retirarse de la habitación, pero antes de ello, justo en el lindel de la puerta, se dirigió a la invitada.
- ¡Bienvenida a Wolfterra, Señorita Bleue!
Gracias por leer esta historia. Nos vemos en el próximo capítulo titulado "El corazón de un Wolfgang".
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